
Conocí a Alicia cuando empecé a trabajar en el teatro Estable, debo confesar que nuestras fuertes personalidades chocaron al principio, tal vez para romper el hielo, tal vez para sabernos bravas desde el principio hasta el fin. Somos hoy íntimas amigas.
Admiro de Ali, su compenetración con los personajes desde el texto, desde el estudio minucioso de las palabras, desde la trama. Ella investiga y estudia a fondo los autores que se representan, sus circunstancias históricas, sus vidas, etc. Es una apasionada para descifrar en cada obra, cómo cada personaje se mueve, cuáles son los motores, las fuerzas que hacen actúe de ese modo, para luego crear acciones físicas sujetas a todo ese soporte previo.
Alicia es una excelente compañera, siempre está ayudando a todos en el proceso de creación, está atenta a lo que puede servirte, llega un día sorpresivamente con una pollera larga, un par de zapatos, unos aros, pañuelos, o lo que ella cree te estimulará para encontrar al personaje. Siempre está dispuesta para hablar del proceso, del personaje, de la obra, de la puesta, del trabajo en sí..Es muy inteligente y sensible para no dañarte en ese estado tan vulnerable que atravesamos para corporizar un personaje. Algo que generalmente, en el ámbito del Teatro Estable, no se tiene en cuenta.
Alicia con su potente vos, envuelve a la platea del Teatro y los sumerge en los cantos de Federico García Lorca. La casa de Bernarda Alba, Doña Rosita la soltera y Bodas de Sangre, son obras en las que ella, seguirá brillando en el recuerdo de su formidable interpretación.
Ojalá pronto vuelva a compartir escenario, discusiones, risas y estreno con mi gran amiga y maestra “la negra”. (palabras de Lilian Mirkin)
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