Beatriz Labatte
Nací en Monteros, una ciudad del sur tucumano, a un poco más de cincuenta km de la capital provincial. Fue durante mi adolescencia temprana que descubrí el universo de lo escénico a través de un proceso muy rico y complejo que entrecruzaba –de manera singular y para mí en ese momento, aleatoria- la danza y el teatro, la capital y el “interior”, la academia y el oficio.
Corrían los duros años setentas, yo era una de las tantas adolescentes que asistían a las clases de “danza moderna” que ofrecía la Universidad Nacional de Tucumán por fuera de sus espacios académicos. Las actividades se centraban en el Teatro Alberdi y se organizaban a partir de diferentes programas y denominaciones según las gestiones de su responsable: la profesora Elba Castría, artista pionera en el campo de la danza contemporánea en Tucumán.
Mi contacto con el teatro fue anterior y comenzó en una ciudad del interior, donde Hugo Gramajo, uno de los grandes creadores del teatro tucumano, daba clases y dirigía un grupo en el que participaba mi hermano como actor. El salón de la biblioteca barrial servía de espacio teatral donde la niña casi adolescente que yo era se acercaba, expectante y por primera vez a esa extraña trama de realidad, vida y ficción que me apasionaba y de la que no me separé más.
Los diferentes roles signaron mi tránsito por estos universos: fui bailarina del Grupo de Danza Moderna de la UNT, docente auxiliar en los Cursos de Danza Moderna que se dictaban en el ámbito universitario, asesora corporal y responsable de los diseños coreográficos en diferentes grupos teatrales tucumanos. Los protagonistas de estos espacios escénicos: directores, actrices, actores, dramaturgos, maestros, fueron quienes me formaron en esos tiempos en los que yo aportaba mi pasión, mis ganas, mi disciplina, mi insistencia. La sala del mítico grupo Nuestro Teatro era nuestra “casa de teatro”, el lugar del encuentro, del aprendizaje y del ‘develamiento’.
El advenimiento de la democracia trajo consigo la creación de las carreras universitarias de Danza Contemporánea y de Teatro en el marco de la Facultad de Artes de la UNT. En esta Universidad Nacional -hoy centenaria- obtuve mi graduación como Bailarina de Danza Contemporánea y mi título de posgrado como Magíster en Docencia Superior Universitaria. Es también el espacio donde desarrollo, desde hace más de treinta años, la actividad que estructura mi vida académica, artística y personal: la docencia. La carrera de Licenciatura en Teatro ha albergado mi vida académica desde su creación, cuando comencé concursando un cargo de Ayudante Estudiantil en el área de las técnicas corporales; hoy tengo a mi cargo dos cátedras en la misma área y como Profesor Asociado.
Sin embargo, mi actividad profesional en la danza se desarrolló por fuera del ámbito universitario. A partir del año 1981 comencé a dictar clases en espacios no oficiales, bailando, dirigiendo y coreografiando en el marco de diferentes agrupaciones ‘independientes’ hasta el año 2000, en el que fui convocada por la entonces Secretaría de Cultura de la Provincia y participé de la creación del Grupo Oficial de Danza Contemporánea. Institución en la cual me desempeñé como maestra, directora y coreógrafa hasta el año 2004. Hoy, mi ligazón y mi pertenencia a la danza se ha cobijado en la docencia no oficial: desde hace más de 30 años sostengo y gestiono “El estudio”, un espacio privado de formación de bailarines.
Los ‘ochentas’ fueron también los años de mi pertenencia al grupo de teatro independiente Propuesta; los diez años que transcurrieron entre 1981 y 1991 fueron estructurantes en mi vida profesional. Durante esos años el Grupo Propuesta fue mi mayor escuela de producción y de vida escénica, donde desarrollé mi experiencia como actriz en obras para adultos, para niños, teatro de calle y en espacios no convencionales. Fueron también los años de la pareja, del amor, del nacimiento de mi hija Lucila, quien trajo plenitud y felicidad a mi vida.
A partir de esos años mi vida se configuró en una ligazón indiscernible entre lo personal y lo profesional, la academia y el oficio, lo público y lo privado, lo oficial y lo no oficial, la docencia y la producción artística, la investigación escénica y la producción teórica, las publicaciones sobre temáticas específicas, la gestión cultural, etc.
Mis actividades como docente, coreógrafa, directora, actriz y bailarina se sucedieron y fueron construyéndose sin intermitencias. Hoy –y después de haber coreografiado y dirigido una treintena de trabajos- he centrado mi vida profesional en la docencia (uno de los espacios donde más me conmuevo y donde más motivos encuentro para seguir) y la investigación en artes escénicas. Mi quehacer teatral ha encontrado lugar y desarrollo en la Universidad Nacional de Tucumán y en el Instituto Nacional del Teatro donde me desempeño como Jurado Nacional.
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