Liliana Sánchez

"Cuando les dije a mis padres que quería ser actriz me echaron de casa" “Arriba de un escenario siento mucho placer, no lo comparo con nada”, “Vivir de la actuación es complicado, antes tenía otros trabajos, que me permitían hacer esto más distendidamente. Hoy no los tengo, además los años no vienen solos. Ya no es la polenta de los 25 tengo, con 52 encima. Hay cosas que ya no tengo ganas de hacer, por ejemplo salir a vender entradas anticipadas, como hacen los grupos jóvenes. Lo cual me parece fantástico. También lo hice. Incluso salía disfrazada a la calle a repartir volantes. A esta altura no tengo ganas. Pero por suerte el público reconoce el esfuerzo y sigue apoyando al teatro independiente”, “en primer lugar es fundamental el vínculo con el equipo de trabajo. Después la obra, y por último el lugar. Soy obsesiva con el horario y sobre todo, obsesiva en la entrega. No trabajo a reloj, sé a qué hora entro pero no cuando me desocupo. Me preocupo en sostener el laburo una vez estrenado, porque luego de tres meses de ensayo con el posterior estreno, recién, comienza el verdadero trabajo, sostener el cartel” “el director con el que más química tengo es el negro Nofal. Me dirigió varias veces, trabajamos de una manera fantástica. Fue profesor mio en el conservatorio de teatro y no me quería. Es más, nunca me calificaba…“La primera versión estuvo a cargo de Pablo Parolo en el ochenta y pico, en el teatro El Galpón. Esa obra marco un antes y después en mi carrera en relación a la gente. Fundamentalmente, por la temática. El personaje es una lesbiana dueña de un bar. Cinco hombres van todas las noches se los llama los inconquistables. Uno de los personajes le apuesta su novia a La Chunga, en una partida de dados. Sí pierde La Chunga pasa la noche con la Meche, la novia. Pierde. La obra es la fantasía de los tipos con respecto a lo sucedido. Lo que en realidad pasó es un beso y la posibilidad que ella deje de prostituirse, porque La Chunga le da el dinero para que lo deje al fiolo. Es un acto de amor, en un entorno retorcido. Y se representa la fantasía de cada uno. Se dio en un momento en que era una novedad” “Nos fue fantástico de público. Era solo para adultos (muestra fotos de la obra). La segunda versión fue en el Alberdi con problemas de censura. ¡Como el Alberdi permitirá una cosa así! Lo cierto es que nos quitaron la sala, nos fuimos a otra y nos fue de maravilla”, “Arriba de un escenario siento mucho placer, no lo comparo con nada. No sirvo para otra cosa, no quiero hacer otra cosa. Hace unos días hablamos con mi hermano y me decía: te acordás cuando yo tenía 10 y vos 6 y nos llevaron de 'prepo' al Alberdi a ver El Abanico, de Lady Windermere, yo tenía un embole que me quería morir (por el hermano). Esto lo cuento siempre porque marco mi vida, fui al teatro y dije: quiero hacer eso toda la vida. Terminé el secundario y cuando les comenté a mis padres que quería ser actriz, me echaron de casa. Esperaban un abogado. Estuve un año fuera de mi hogar. Fui a Buenos Aires, un tío me pagó un curso de 2 meses con Norma Aleandro mi primera maestra, maravilloso”, Como actriz, como directora sufro mucho. Me agarra impotencia y desesperación. Un buen director debe dejar que el actor haga lo que sepa y sienta arriba del escenario. Hay que saber conjugar entre lo que él hace y lo que uno quiere que haga. De esta manera armar algo con lo que él me da y con lo que yo quiero. Eso es lo difícil. Además soy bastante insegura lo cual me lleva a no dejar detalles librados al azar A mí no me secuestraron por mi actividad teatral ni por una militancia determinada, sino por otra cosa, fue un garrón. Hoy puedo hablar sin rencor ni odio, es mi historia, soy muy consciente de ella y mis hijos la conocen. No creo que tenga que perdonar y tampoco me interesa hacerlo. A mí me pasó, hice mi proceso, al principio con dolor, bronca, angustia y resentimiento, pero me fui curando. Hoy me siento más liviana, me permito hacer otras cosas y me siento acompañada. La realidad es que el miedo es el peor enemigo del hombre, te paraliza, te bloquea y te lava el cerebro. Convivo permanentemente con la paranoia y el delirio de persecución. (Extraído de entrevista en La Gaceta de Tucumán realizada por Sebastián Ganzburg)

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