Natalia Zanotta

Me llamó Natalia Zanotta por elección de mi mamá que soñaba con una princesa rusa que se llamaba Natasha, si fuera por mí, me llamaría Abril. Igual nunca me interesaron las princesas, y acepté mi nombre cuando acepté que había nacido para escribir. Lo hago desde que entendí que las palabras suenan y quieren ser oídas. Nací en 1973, en San Miguel de Tucumán, en medio de la peor dictadura sangrienta que tuvo nuestro país, por eso las odio y lucho por las libertades. Tengo dos hijas, de dos amores distintos, Florencia y Victoria, no soy la mejor madre, pero les enseño a vivir por una pasión y a seguir sus deseos, porque es la única persecución que trae buenas consecuencias. Estudié Psicología en la U. N. T, hasta que felizmente encontré mi propia analista. Soy empleada pública hace 16 años, hoy trabajo en el Teatro Mercedes Sosa, un trabajo que ayuda a mi felicidad, pero si pudiera con mi neurosis, sólo escribiría. Escribo poesía y textos dramáticos, algunos llegaron a ver la luz, otros están por ese camino. Tuve maestros de la talla de Ruben Amaya, el Profesional David Lagmanovich, y Mario Costello, que me enseñó generosamente a escribir lo que alguna vez podrán decir los actores. Amo el teatro y la poesía. Empecé leyéndolos desde niña y escribirlos es el éxtasis permanente. He publicado un poemario, Urgencias, Ediciones de la Eterna, 2013, y un Colectivo Íntimo 4, junto a otros Dramaturgos, con Obras Breves de Teatro. Dos textos Dramáticos, fueron actuados y dirigidos por las Directoras Silvia Gianfrancisco y Verónica Perez Luna, respectivamente. En 2013, tuve el honor de ser invitada a presentar Urgencias, en La Casa de las Américas, Cuba, y en la Casa de la Cultura de Tucumán en Baleares, España, eligiendo este último por razones personales. Coordino en este momento, los Encuentros literarios del Laberinto, espacio creado para leer, escribir y disfrutar. No sé que más decir, me enamoró con facilidad y cada tanto me rompo el corazón con el hambre en el mundo y los abrazos que faltan. No sé hacer casi nada, sólo escribir y conmoverse con todo lo que sucede en la vida. Soy agradecida, porque no concibo nada sin el otro, sin ese que brinda la posibilidad de la emoción.

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