Emilia Guerra

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El teatro, al parecer, me estuvo rondando desde niña. Mi padre hacía teatro de joven y tuve la buena fortuna de verlo actuar (de pie, al borde del palco). Las actuaciones en el colegio, una “brujita” que me marcó parael resto de la primaria. Afortunadamente, tuve el impulso por parte de mi hermana Fer a iniciar un taller allá por el 96’ con Ricardo Podazza en La Zona. Y ahí fue… Después más talleres y maestros, hasta plantarme en casa a los 17: “Quiero estudiar teatro”. El apoyo y compañía incondicional de mi familia, cuestión de fe, el sostén. Por lo demás, la pasión me ha ido llevando y encontrando con la intensidad de grandes maestros y docentes en la Facultad de Artes, con amigos, compañeros y amores. Cada obra, cada personaje me han enamorado en cierta medida. Desde hace un tiempo enseño teatro y trabajo en La Colorida con un equipo de gente hermosa y trabajadora; preparamos reposición de “Las González” dirigida por Máximo Gómez ycon la presencia mágica de Rosita Ávila, una “madre teatrera” que amo. Haciendo teatro soy feliz.

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Luciana Guiot

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Nada me conmueve más que el misterio, las profundidades, lo esencial,   y la valentía que requiere ser sensible. Soy artista. Es decir, he tomado la decisión de MIRAR de un modo particular y específico, y de CONSTRUIR lenguaje con esta mirada. Crecí, por suerte, en una familia especial. Mi madre, actriz, me llevaba al teatro desde muy pequeña. Así comencé a entrar en ese mundo mágico de realidades paralelas. Con cada personaje que ella hacía, ganaba yo una madre nueva, y también la perdía cada noche. El teatro me seducía, y me seduce ahora,   por esa dualidad entre el placer de existir y la angustia de desaparecer. Mi padre, artista visual, me llevaba a sus libros, a sus óleos, telas, papeles, arcilla. Así me conecté con ese otro mundo de colores, tacto y abstracción. Esto ha hecho que los recursos para poder expresarme hayan ido apareciendo de manera lúdica y muy natural en mi vida. Mi amor está compartido entre las artes visuales y las artes escénicas. En una, me emoc
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Mi relación con el teatro está atravesada por una paleta de distintos colores y sensaciones, siempre cambiantes, fluctuantes: alegría, trabajo, esfuerzo, sufrimiento, creatividad, profundo disfrute. El teatro instala de manera simultánea un espacio de confluencias y de combate: de miradas, de presencias, de historias, de momentos. Me convoca el encuentro con otros: con los actores, con director@s, con técnicos, con el público. Y más lejos: con distintas historias, con otros contextos, con otras voces. Me enamora esa particularidad de ser efímero, volátil y a la vez perdurable. Cuando veo teatro, cuando hago teatro, cuando investigo acerca de las prácticas teatrales me atraviesan la energía de los cuerpos, me conmueven los decires de esas voces que evocan otras voces, los lenguajes de la escena… desde niña me maravillaba esa escritura fugaz e inesperada de la puesta en escena. Un discurso atravesado por otros discursos, un discurso que denuncia o enmascara, que provoca, que inquieta, q
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